Querida Mía, qué tal?
Me parece asombroso las vueltas que da la vida y como todo se puede transformar en tan poco tiempo.
El fin de semana hemos vivido juntas una transformación espiritual que ha venido a sacudir los cimientos de todo lo que creemos y creo que se va a notar ahora aquí en nuestro blog.
Desde hace unas meses yo había dejado de preocuparme de dietas y de casi todo lo que entra a mi boca y creo que me está dando más resultado que quedarme siempre con hambre y privarme de la bendición de comer un buen plato. Ahora cuido más lo que como y cuando me apetece, me pongo las botas con pizza o un buffet libre, porque yo lo valgo.
He aprendido que cada una tiene que construirse su propia dieta, todos nuestros cuerpos son diferentes y si seguimos una dieta que hemos visto por internet es muy posible que a nosotras no nos de el mismo resultado que a otra chica, cuestión de metabolismos y genética... la maldita genética.
Genética... genética... qué mala es la genética.
También he ido aprendiendo a estar más contenta conmigo misma y a disfrutar con el deporte y aunque no sea cierto creerte que día con día se te queda un tipín estupendo me está funcionando de maravilla.
He descubierto en mi gimnasio una actividad estupenda que es el Body Combat, consiste en hacer movimientos de artes marciales mientras bailas, pegas saltos y patadas voladoras, todo ello a ritmo de hardcore. Es como ir a pegarte un fiestón al extrarradio pero con señoras y chicos mariquitas en lugar de merdellonas y bakalas.
La cantidad de calorías que pierdes es de miedo. Esta tarde volveré, es como una droga.
Besos espirituales
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